Una rosada nube se desliza suavemente por el crepúsculo y trae a mi memoria la paz y el sosiego de un maravilloso lugar, delante el mar, detras , las ruinas de Ampúrias, sus antiguas calles son estratos de la historia , igual a las hojas de un polvoriento libro 1º Roma, despues Grecia y cubierta por ellas Fenicia.
Añoro esas tardes sentada en la arena dorada el aire traía el aroma a resina del pinar que separa el Mare Nostrum de la intemporal Emporion, sintiendo en mi espalda la mirada del eterno Asclepio;( le conocí hace casi 37 años en una salida de fin de curso) su imagen frente al mar en medio del ágora se quedó en mi retina , serena y tranquila, con la certeza de no importarle el paso de los tiempos, cuando yo ya no esté, estoy segura que seguirá allí mirando al mar, esperando unas naves que jamas vendran.
A la derecha, La Escala, y, a la izquierda, no se ve, pero se intuye , Sant Pere Pescador,y yo allí sintiendo el aroma de los cuerpecillos de mis hijas embadurnados de algún fuerte protector solar, los cubos y las palas de plástico, del mismo color para que no imperaran los celos, sus risas libres, su padre siempre vigilante, espantando peligros, que el mar es hermoso pero traicionero y aquel castillo de arena que se llevaba el mar en el vaiven de sus cristalinas aguas, como intenta llevarse el tiempo esos momentos de mi memoria.
Despues de un dia de clara luz llega el rosado atardecer, luego la Luna crea un plateado sendero por donde vinieron mas allá del horizonte fenicios, griegos y romanos , mas tarde, la sombra de los altos pinos que protege las ruinas como oscuros centinelas,todo ello tiene para mí un toque de dulce calma y me siento feliz (no quiero nada, no espero nada);tal vez es el aire que lleva las dunas tierra adentro o el caminar del tiempo hace vibrar en mí un suave aleteo interior, que me hace percibir la efímera existencia y aceptar que "esto es lo que hay".
Siempre queda algo de nosotros en la tierra que pisamos o bajo el cielo que nos cobija, como esa pequeña nube rosa que despues de años sin pensar en ese rincon tan especial para mí, trajo una brisa marina y fresca de añoranza a mis recuerdos.
Añoro esas tardes sentada en la arena dorada el aire traía el aroma a resina del pinar que separa el Mare Nostrum de la intemporal Emporion, sintiendo en mi espalda la mirada del eterno Asclepio;( le conocí hace casi 37 años en una salida de fin de curso) su imagen frente al mar en medio del ágora se quedó en mi retina , serena y tranquila, con la certeza de no importarle el paso de los tiempos, cuando yo ya no esté, estoy segura que seguirá allí mirando al mar, esperando unas naves que jamas vendran.
A la derecha, La Escala, y, a la izquierda, no se ve, pero se intuye , Sant Pere Pescador,y yo allí sintiendo el aroma de los cuerpecillos de mis hijas embadurnados de algún fuerte protector solar, los cubos y las palas de plástico, del mismo color para que no imperaran los celos, sus risas libres, su padre siempre vigilante, espantando peligros, que el mar es hermoso pero traicionero y aquel castillo de arena que se llevaba el mar en el vaiven de sus cristalinas aguas, como intenta llevarse el tiempo esos momentos de mi memoria.
Despues de un dia de clara luz llega el rosado atardecer, luego la Luna crea un plateado sendero por donde vinieron mas allá del horizonte fenicios, griegos y romanos , mas tarde, la sombra de los altos pinos que protege las ruinas como oscuros centinelas,todo ello tiene para mí un toque de dulce calma y me siento feliz (no quiero nada, no espero nada);tal vez es el aire que lleva las dunas tierra adentro o el caminar del tiempo hace vibrar en mí un suave aleteo interior, que me hace percibir la efímera existencia y aceptar que "esto es lo que hay".
Siempre queda algo de nosotros en la tierra que pisamos o bajo el cielo que nos cobija, como esa pequeña nube rosa que despues de años sin pensar en ese rincon tan especial para mí, trajo una brisa marina y fresca de añoranza a mis recuerdos.
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