
Añoro esas tardes sentada en la arena dorada el aire traía el aroma a resina del pinar que separa el Mare Nostrum de la intemporal Emporion, sintiendo en mi espalda la mirada del eterno Asclepio;( le conocí hace casi 37 años en una salida de fin de curso) su imagen frente al mar en medio del ágora se quedó en mi retina , serena y tranquila, con la certeza de no importarle el paso de los tiempos, cuando yo ya no esté, estoy segura que seguirá allí mirando al mar, esperando unas naves que jamas vendran.
A la derecha, La Escala, y, a la izquierda, no se ve, pero se intuye , Sant Pere Pescador,y yo allí sintiendo el aroma de los cuerpecillos de mis hijas embadurnados de algún fuerte protector solar, los cubos y las palas de plástico, del mismo color para que no imperaran los celos, sus risas libres, su padre siempre vigilante, espantando peligros, que el mar es hermoso pero traicionero y aquel castillo de arena que se llevaba el mar en el vaiven de sus cristalinas aguas, como intenta llevarse el tiempo esos momentos de mi memoria.

Siempre queda algo de nosotros en la tierra que pisamos o bajo el cielo que nos cobija, como esa pequeña nube rosa que despues de años sin pensar en ese rincon tan especial para mí, trajo una brisa marina y fresca de añoranza a mis recuerdos.
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