El paso del tiempo me ha dado el valor para explicarte esta extraña historia:
Era tarde cuando salí a dar mi paseo obligatorio de cada día, a causa de la diabetes. Iba a paso más rápido que de costumbre, pues el crepúsculo era ya inminente, al volver hacia casa sobre mis pasos, voy y vengo por el mismo camino que bordea al arroyo del Olmo Viejo, las sombras se apoderaban del paisaje. El sendero pasa al menos 2 metros por encima del cauce, de pronto, algo llamó mi atención, unas sombras dentro del agua, parecían unos perros grandes, el de mayor tamaño parecía tener entre sus fauces al otro, no hacían ningún sonido, miré al sentir el jaleo de las hojas secas y el chapoteo en el agua, al principio me asusté. Debido a mi pasión por la fotografía llevo una cámara pequeña siempre en el bolsillo y tuve la nefasta idea de hacer una foto, al dispararse el flash me miró! NO ERA UN PERRO, ERA ALGO HUMANO, PERO NO PARECÍA UNA PERSONA! no sé como explicarlo, vi el destello de sus ojos, de un rojo...como dos puntos de láser, que me habían visto!!!! Me había visto!!!!!!.
No lo pensé ni un segundo, al darme cuenta ya corría como si me persiguiera, inconscientemente trataba de serenarme, pero mi instinto me hacía correr, el corazón parecía que iba a reventar del esfuerzo y de pronto, oí como venía hacia mí por el cauce del arroyo, las hojas secas y el agua hacían un ruido ensordecedor, el pánico se apoderó de mí y corrí como no lo he hecho jamás en mi vida, al llegar a las primeras casas miré hacia atrás, no vi nada, ni a nadie, pero... algo me decía que venía tras de mí.
Un coche pasó a mi lado, y me tranquilicé un poco, continué todo lo deprisa que podían mis pies, al llegar a casa entré rápido, cerrando todo tras de mí.
Ni el calor de la calefacción diluía el frío que me corría por las venas, eran las siete de la tarde y pensé que lo mejor era irme a dormir, dejar que llegara el nuevo día y con él, la luz del Sol que hace desaparecer las oscuras sombras.
Algo me despertó, la habitación estaba en penumbra, pues entraba la luz de la calle a través del encaje de las cortinas, hacía un extraño y húmedo frío, llegaba a mi nariz un olor a hojas putrefactas, a lodo... !! de pronto!! vi aquellos ojos, en un rincón había una sombra alta, oscura e inmóvil que miraba, que me miraba, no pude, ni intenté siquiera, abrir la boca para gritar, quien me iba a oir , estaba sola, lo único que hice fué cubrirme la cabeza con el edredón y cerrar los ojos tan fuertemente que me dolían. Solo sentía a mi corazón, que galopaba desbocado y lo alterado de mi respiración, noté al poco, que se acercaba hacia la cama, no sé si perdí el conocimiento o el terror me paralizó.
Desperté, cuando la luz del día bañaba el dormitorio, lentamente saqué la cabeza de mi " protector edredón " estaba sola, ¿ había sido una pesadilla ? me senté lentamente, alerta ...y al buscar las zapatillas ..., ! el suelo estaba lleno de hojas y barro ! la cámara que dejé encima de la pequeña mesita de noche ! había desaparecido !
Ni siquiera tuve la curiosidad de mirar la fotografía que tanto terror creó en mi vida, aún hoy dudo de si fue cierto o no, sé que no perdí la cámara en mi loca carrera y el barro que tuve que limpiar, no lo puse yo.
En las noches de invierno, un escalofrío recorre mi espalda. Jamás he vuelto a salir a pasear al caer la tarde, ni he vuelto al arroyo, ni de día ni de noche.
Aquella sombra fría y negra de ojos rojos, llena mis noches, por eso siempre verás luz en mi ventana, no quiero que la oscuridad se apodere de mí.
Era tarde cuando salí a dar mi paseo obligatorio de cada día, a causa de la diabetes. Iba a paso más rápido que de costumbre, pues el crepúsculo era ya inminente, al volver hacia casa sobre mis pasos, voy y vengo por el mismo camino que bordea al arroyo del Olmo Viejo, las sombras se apoderaban del paisaje. El sendero pasa al menos 2 metros por encima del cauce, de pronto, algo llamó mi atención, unas sombras dentro del agua, parecían unos perros grandes, el de mayor tamaño parecía tener entre sus fauces al otro, no hacían ningún sonido, miré al sentir el jaleo de las hojas secas y el chapoteo en el agua, al principio me asusté. Debido a mi pasión por la fotografía llevo una cámara pequeña siempre en el bolsillo y tuve la nefasta idea de hacer una foto, al dispararse el flash me miró! NO ERA UN PERRO, ERA ALGO HUMANO, PERO NO PARECÍA UNA PERSONA! no sé como explicarlo, vi el destello de sus ojos, de un rojo...como dos puntos de láser, que me habían visto!!!! Me había visto!!!!!!.
No lo pensé ni un segundo, al darme cuenta ya corría como si me persiguiera, inconscientemente trataba de serenarme, pero mi instinto me hacía correr, el corazón parecía que iba a reventar del esfuerzo y de pronto, oí como venía hacia mí por el cauce del arroyo, las hojas secas y el agua hacían un ruido ensordecedor, el pánico se apoderó de mí y corrí como no lo he hecho jamás en mi vida, al llegar a las primeras casas miré hacia atrás, no vi nada, ni a nadie, pero... algo me decía que venía tras de mí.
Un coche pasó a mi lado, y me tranquilicé un poco, continué todo lo deprisa que podían mis pies, al llegar a casa entré rápido, cerrando todo tras de mí.
Ni el calor de la calefacción diluía el frío que me corría por las venas, eran las siete de la tarde y pensé que lo mejor era irme a dormir, dejar que llegara el nuevo día y con él, la luz del Sol que hace desaparecer las oscuras sombras.
Algo me despertó, la habitación estaba en penumbra, pues entraba la luz de la calle a través del encaje de las cortinas, hacía un extraño y húmedo frío, llegaba a mi nariz un olor a hojas putrefactas, a lodo... !! de pronto!! vi aquellos ojos, en un rincón había una sombra alta, oscura e inmóvil que miraba, que me miraba, no pude, ni intenté siquiera, abrir la boca para gritar, quien me iba a oir , estaba sola, lo único que hice fué cubrirme la cabeza con el edredón y cerrar los ojos tan fuertemente que me dolían. Solo sentía a mi corazón, que galopaba desbocado y lo alterado de mi respiración, noté al poco, que se acercaba hacia la cama, no sé si perdí el conocimiento o el terror me paralizó.
Desperté, cuando la luz del día bañaba el dormitorio, lentamente saqué la cabeza de mi " protector edredón " estaba sola, ¿ había sido una pesadilla ? me senté lentamente, alerta ...y al buscar las zapatillas ..., ! el suelo estaba lleno de hojas y barro ! la cámara que dejé encima de la pequeña mesita de noche ! había desaparecido !
Ni siquiera tuve la curiosidad de mirar la fotografía que tanto terror creó en mi vida, aún hoy dudo de si fue cierto o no, sé que no perdí la cámara en mi loca carrera y el barro que tuve que limpiar, no lo puse yo.
En las noches de invierno, un escalofrío recorre mi espalda. Jamás he vuelto a salir a pasear al caer la tarde, ni he vuelto al arroyo, ni de día ni de noche.
Aquella sombra fría y negra de ojos rojos, llena mis noches, por eso siempre verás luz en mi ventana, no quiero que la oscuridad se apodere de mí.
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