Salí a dar mi paseo " diario" y la tarde olía a otoño, a humedad, aunque brillaba un Sol radiante no calentaba la ligera brisa que movia los árboles que bordean el pequeño arroyo que acompaña a todo aquel que sigue ese camino...
Mis pasos suenan al pasar sobre las hojas de mil tonos de ocre, como si pisara cartas de amor olvidadas en el suelo, quejádose de su soledad.
El agua ahora canta en el arroyo, después de tanta lluvia, ya ha olvidado el largo y seco verano, que silencia su cristalina voz durante largos meses; aún hay destellos amarillos de las flores del piretro que se resisten a dormir hasta la primavera, los gorriones van en bandadas para pasar la noche en las copas que aún tienen hojas.
Al volver sobre mis pasos, las sombras se han alargado y el Sol se va escondiendo poco a poco tras de mí, la suave brisa es ahora una ráfaga tras otra de aire frío que me cala hasta los huesos y me apremia a ir rápido, rápido...! súbitamente ! empiezan a caerme hojas y más hojas, una lluvia que me hace reir mirando al cielo y haciendo que regrese a mí, un olvidado pasado otoñal, cuando al regresar a casa después del cole, en el paseo de la Industria me llovian las hojas de los plataneros entre las risas de todos los críos que pasábamos por allí corriendo para llegar a casa y merendar el riquísimo pan con chocolate ( mucho pan y poco chocolate ).
Gracias hojas, aunque esteis muertas me habeis alegrado el día. Vuelvo lentamente, saboreando lo que queda de tarde, llega a mí el olor de la leña que quema en los hogares y al pasar junto a un viejo árbol de nísperos, huelo el dulce olor de sus flores.
Realmente ayer dí un bonito paseo.
Mis pasos suenan al pasar sobre las hojas de mil tonos de ocre, como si pisara cartas de amor olvidadas en el suelo, quejádose de su soledad.
El agua ahora canta en el arroyo, después de tanta lluvia, ya ha olvidado el largo y seco verano, que silencia su cristalina voz durante largos meses; aún hay destellos amarillos de las flores del piretro que se resisten a dormir hasta la primavera, los gorriones van en bandadas para pasar la noche en las copas que aún tienen hojas.
Al volver sobre mis pasos, las sombras se han alargado y el Sol se va escondiendo poco a poco tras de mí, la suave brisa es ahora una ráfaga tras otra de aire frío que me cala hasta los huesos y me apremia a ir rápido, rápido...! súbitamente ! empiezan a caerme hojas y más hojas, una lluvia que me hace reir mirando al cielo y haciendo que regrese a mí, un olvidado pasado otoñal, cuando al regresar a casa después del cole, en el paseo de la Industria me llovian las hojas de los plataneros entre las risas de todos los críos que pasábamos por allí corriendo para llegar a casa y merendar el riquísimo pan con chocolate ( mucho pan y poco chocolate ).
Gracias hojas, aunque esteis muertas me habeis alegrado el día. Vuelvo lentamente, saboreando lo que queda de tarde, llega a mí el olor de la leña que quema en los hogares y al pasar junto a un viejo árbol de nísperos, huelo el dulce olor de sus flores.
Realmente ayer dí un bonito paseo.
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